Durante unos años de mi vida, más o menos desde la preadolescencia hasta el inicio de la juventud, creí que la mala suerte me acechaba constantemente.
Me pasaban muchas cosas.
Es verdad que viéndolo ahora con distancia, pienso que algunas de ellas eran más bien la consecuencia de mi impulsividad e inmadurez. Pero otras para nada eran fruto de eso.
Me pasaban cosas que me lastimaban y que encima yo acompañaba con un diálogo interno que nada me ayudaba.
Recuerdo cómo me reía con mis amigas diciendo que yo era gafe (otra amiga también lo era jaja) y también como con una amiga de la carrera bromeaba con que Murphy siempre nos estaba persiguiendo.
Y entre risa y risa, a veces la lágrima asoma. Realmente pensaba que yo era muy gafe.
En fin, la mala suerte,…
¿Crees que existe?
Es cierto que a veces pasan cosas que no depende de nosotros directamente: una enfermedad, un accidente, una guerra,…
Yo sí creo en la suerte, o más bien en el azar. Esa probabilidad de que pase algo de manera genuina y azarosa. Igual cosas malas como cosas buenas.
¿Nunca te has encontrado una moneda tirada en la calle o te has cruzado con alguien que luego llegó a ser tu mejor amiga?
Si bien es cierto que el azar o la suerte existe, justificarnos con la mala suerte que hemos tenido o solemos tener, lejos de ayudarnos, nos motiva a quedarnos en el mismo punto: en el del lamento y la resignación.
Ese punto desde el que no vemos la salida y por tanto tampoco la buscamos.
Es necesario y merecedor reconocer lo que nos ha pasado y, si ha sido fruto de la mala suerte, tienes derecho a sentir rabia, impotencia, tristeza o cualquier otro sentimiento que también sería válido.
Pero no te quedes en el discurso de la mala suerte.
No te ayuda victimizarte.
Después de permitirte reconocer y sentir lo que te ha ocurrido, tienes en tu mano una nueva oportunidad: la de movilizarte hacia lo que quieres hacer con eso que te ha pasado.
Si tienes claro eso, tus capacidades tomarán el mando de la situación de manera casi automática y podrás retomar tu camino más pronto que tarde.
(Si en ese momento te cuesta creer en tu potencial, piensa en todas las circunstancias adversas que has superado hasta el día de hoy).
Es cierto que en el camino de la vida hay muchas piedras, al igual que te habrás encontrado con muchas flores.
Y si eres consciente de esto es porque tienes la suerte de estar vivo/a.