El otro día trabajábamos un paciente y yo su historia de vida con algunas fotos que trajo de pequeño.
A veces trabajamos así porque una fotografía te lleva directamente a un recuerdo acompañado a su vez de sensaciones, sentimientos y más recuerdos que se permiten salir a pasear por la consulta y trabajar de una manera muy bonita.
Tengo que decir que me encanta ver vuestras fotos, que me contéis su historia y conocer a los seres queridos que aparecen.
Este chico trajo un álbum de cuando era muy pequeño. Decía que las fotos de más mayorcito le daba vergüenza enseñármelas porque estaba más gordito y se sentía acomplejado.
Levanté la cabeza le miré y le dije: el próximo día me voy a traer también fotos de cuando yo era preadolescente y las vemos los dos.
¿Quién no se ha sentido acomplejado con alguna parte de su cuerpo en alguna etapa de su vida?
¿Qué nos lleva a sentir que partes de nuestro cuerpo no son lo suficientemente válidas?
¿Con quién nos comparamos?
La publicidad, las actrices, los actores, las influencers, los maquillajes que son obras de artes, los filtros,…
Vamos creciendo comparándonos con personas “perfectas”, día tras día, que ni siquiera son reales.
El concepto de belleza nos lo van imponiendo casi sin darnos cuenta, a través de los medios, las redes y demás escaparates, interiorizando de esta manera lo que se valora como “bonito” hasta tal punto, que terminamos persiguiendo lo que nos van transmitiendo que es aceptable en un cuerpo o una cara.
Poco a poco, vamos entrando en ese bucle, también muy sutilmente, hasta terminar cumpliendo con multitud de sacrificios para llegar a alcanzar el físico «ideal»: dietas, ejercicios, tratamientos, más dietas,…
Y entre una y otra, siempre presente la frustración, la culpa, el castigo y la exigencia.
Sobrepasando lo natural.
Sobrepasando lo saludable.
Nos olvidamos de que un cuerpo es un cuerpo y es el que nos permite vivir.
Que un estilo de vida saludable seguramente nos ayude a mantenerlo vivo por más tiempo.
Pero hemos convertido nuestro cuerpo en un escaparate.
A esas personas que con sus comentarios refuerzan toda esta historia de complejos, autoexigencias y malestares: por favor, antes de lanzar un comentario, pensemos.
Quizás para tí pueda ser un halago el adjetivo “delgada” y para esa persona NO porque quiera estar más fuerte, porque esté pasando por una enfermedad o por cualquier otro motivo.
Seamos cautos y consecuentes. No es necesario referir aspectos concretos del físico de nadie.
Y ahora que estás leyendo esto, NO TE OLVIDES DE QUE:
Cuentas con un cuerpo que te permite estar vivo/a.
Un cuerpo diferente (todos son diferentes).
Te animo a que lo mires en el espejo, a que observes todo lo que ha vivido. Y seguramente habrá partes de tu cuerpo que te gustarán.
Cuídalo para que te pueda seguir regalando vida cada día. ¡Mímalo!
Y sobre todo recuerda que un cuerpo es el envoltorio de eso tan bonito que puedes ir plantando dentro.

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